Tic-tac, tic-tac… se acercan los premios, los comentarios y las observaciones más allá de la alfombra roja. Este año (como siempre) los nominados en la categoría de mejor cortometraje de animación para los premios Goya y los Oscar, se convierten en el ejemplo más claro de la ley de la eficiencia: mínimo espacio y máximo rendimiento.
Porque las películas nos entran por los ojos pero tienen, como poco, noventa minutos para permanecer y dejarse ver, una ventaja con la que no cuentan los cortometrajes. La lucha por el impacto está servida un año más.
Los finalistas al Goya 2013 como mejor cortometraje de animación son cuatro maneras diferentes de abrirle los ojos al espectador y retenerlo ante la pantalla.
Animadas con la técnica del 3D, con mucho colorido y mucha caricatura, La mano de Nefertitti y Alfred y Anna llegan con la muleta del reconocimiento mediático: el primero está vinculado a la figura de Tadeo Jones, un Indiana Jones castizo que estrenó película el verano pasado y que cayó en gracia al público ya con el primero de sus cortos en el año 2001.
Lo mismo que le sucede a Tadeo, con las voces de José Mota o Michelle Jenner, Alfred y Anna habla con Andreu Buenafuente y canta con Pastora Soler aunque, en este caso, los fluorescentes volúmenes de Tadeo y sus personajes se convierten en delicados figurines vintage más nostálgicos que modernos. Otra historia.
Las otras dos candidatas en la competición nacional son El vendedor de humo y ¿Por qué desaparecieron los dinosaurios? Un simpático zarpazo crítico de humo violeta a los orígenes de nuestra actual crisis económica la primera, y una rareza metafísica en blanco y negro la segunda; eso sí, no reconocemos las voces ni sus personajes nos caen bien antes siquiera de haberlos visto. Habrá que darles la oportunidad.
De los representantes de la categoría para este año en el glamour de Hollywood, puede decirse que la dictadura de Disney vuelve a amenazar a nuestros corazoncitos: las cuatro piezas difieren entre sí, esta vez como huevos y castañas y entre todas se eleva, igual que un anuncio de Coca-Cola, la presencia de Paperman, un cortometraje que, sin contar nada especial ni nuevo, consigue abrir en canal al espectador con los rostros y los gestos, la música in crescendo y el entorno de Nueva York de los años cincuenta, robándole a más de uno alguna lagrimilla... ¿Manipulación sentimentaloide? Tal vez, pero voluntaria
La nota discordante la da Fresh Guacamole, un cortometraje de PES, autor de Roof Sex (o cómo un par de butacas se lo montan en una azotea porque sí) y originalísimo practicante de la técnica del stop-motion, que ve lo que él quiere en aquello que miramos a diario.
También con esta técnica de animación real, pasito a pasito se ha escogido Head Over Heels, algo así como una visión del matrimonio opuesta al romanticismo ñoño de Up.
Adam and Dog (para quien esto suscribe, indiscutible merecedora de premio, sea el que sea porque la cinta lo vale) salida de la mano de un miembro de la Disney, aunque de producción independiente, compite con una historia delicada, bella y trazada en 2D: Adán y su mejor amigo de cuatro patas se pasean por el Edén hasta que Eva aparece por obra y gracia de algún “oportuno” Creador.
Por último, decir que sorprende que el primer cortometraje realizado con el bebé amarillo y chupóptero que es Maggie Simpson como protagonista, se cuente entre los candidatos al Óscar de este año, no porque no lo merezca, sino porque más bien poco tiene que ver con los otros cuatro nominados: frenética sonora y visualmente, al puro estilo cartoon de los años cuarenta, ahí está como uno más The Longest Daycare.
Texto: María López Villarquide